El maternal del Colegio Waldorf Isolda Echavarría se plantea como una propuesta pedagógica donde se brinda atención integral a los niños desde los dieciséis meses hasta los tres o cuatro años de edad, es en este tiempo donde se comienzan a establecer las facultades básicas para el desarrollo del ser humano: andar, hablar y pensar.
A través de un ritmo diario que incluye juegos y actividades hogareñas, donde el niño aprende a sentirse como en casa y con el acompañamiento permanente de la maestra, se ayuda a fortalecer la condición evolutiva del pequeño, teniendo en cuenta sus aspectos biológicos, socio-afectivos, sicomotrices, cognoscitivos y espirituales. En este primer septenio el niño, es tierno, inocente, confiado y se entrega al adulto que lo debe acoger con amor y seguridad. El maternal por lo tanto le ofrece un ambiente que representa una prolongación de su hogar, donde podrá sentirse seguro.
Este año el Colegio Waldorf Isolda Echavarría cuenta con dos grupos de Maternal, cada uno con una tutora y una auxiliar y con el apoyo de dos jóvenes voluntarios alemanes.
Al igual que el maternal, el preescolar en el Colegio Waldorf Isolda Echavarría busca ser una extensión del hogar, donde a través de un ritmo diario se realizan actividades necesarias que permitan y faciliten el libre y sano desenvolvimiento del niño, ayudando al cultivo y desarrollo de los sentidos inferiores: tacto, vital, movimiento y equilibrio.
En el preescolar el niño vive un proceso a través del juego, el cual despliega la fantasía, la ensoñación y el desarrollo motor. También es el momento en el que aprende por imitación y todas las tareas que realiza la maestra deben ser dignas de imitar. Dentro del salón se elaboran actividades hogareñas y trabajos manuales, despertando la sensibilidad y ayudando al fortalecimiento de la voluntad. A través de la práctica del trabajo artístico, el niño no sólo despierta el gusto por lo bello, sino que además desarrolla la habilidad en sus manos.
Dentro del aula y en el juego exterior, por medio del compartir, el niño aprende a transformar su egocentrismo característico de la edad, acompañado de sus compañeros y su maestra.
En el preescolar Waldorf el ritmo diario también está marcado por rondas, canciones, versos, juegos digitales y cuentos de hadas, que con sus imágenes ayudan al desarrollo de la formación del ser en esta primera etapa de vida.
Entre los siete y los catorce años de edad, la intensa actividad física del niño da lugar a su vida emotiva, disminuye su aprendizaje a través de la imitación, dando nuevas capacidades al pensar. Su pensamiento que antes era de ensoñación se torna imaginativo y empieza a despertarse la verdadera vida emotiva independiente de la voluntad. Para él el mundo que antes era bueno ahora es bello y el maestro es visto ya como una autoridad que sabe enseñarle todo lo que el niño no conoce.
Comienza un número de retos que el maestro de grupo debe afrontar cuando trabaja con el niño. Ahora hay todo un currículum particularmente rico y diverso para ser enseñado. No solamente las materias artísticas como música, pintura o manualidades, sino todos los contenidos de las diferentes asignaturas que requieren la intervención de las facultades intelectuales, el lenguaje, la aritmética, la historia, la geografía, las ciencias y la cultura general, éstas se imparten de tal manera que el niño pueda vivenciarlas y experimentarlas.
Así por ejemplo, al hablar de la naturaleza se hace posible que el niño pueda identificarse con las plantas, los animales, el viento o el sol. En la primaria Waldorf el maestro ofrece exposiciones creativas y artísticas sobre estos temas, permitiendo que el niño pueda unirse con su sentimiento a los contenidos que se le presentan. Y así lo hará durante ocho años, en los que el maestro acompañará a sus estudiantes en su camino de aprendizaje, desde el grado primero hasta el grado octavo.
El contenido pedagógico que vivencian los estudiantes de la primaria ahora es presentado por medio de una Clase Principal, que es una distribución especial del programa de estudios, donde cada materia se enseña en un periodo de cuatro semanas, por espacio de dos horas, a lo largo del año. Se prevee la concentración en una materia durante varias semanas, hasta que el grupo logre plenitud en asimilar los temas abordados, tras la cual se pasa a otra materia. Esta continuidad permite al maestro descubrir las fortalezas intelectuales y la superación de cada estudiante y así mismo le ayudará a desarrollar el contenido de la clase de una manera más dinámica y social, aprovechando plenamente el necesario esfuerzo preparatorio para llevar al grupo a esa receptibilidad mental y emotiva que hace posible la verdadera profundización de una materia.
Tanto la Clase Principal como su agrupamiento en periodos alternados de estudio, están diseñados para proporcionar tiempo, dentro del cual se desprende el interés, se desarrollan deducciones y se cosechan los productos colaterales del aprendizaje fundamental, es aquí cuando se despierta en los corazones de los niños el sentido de la verdad.
Terminada la clase principal los estudiantes realizan las materias especiales como educación física, música, pintura y las labores manuales en lecciones de tiempo normal, generalmente dos o tres veces por semana, durante todo el año.
Alrededor de los 14 años hasta los 21, la vida del pensar cognitivo e intelectual más formado del adolescente empieza a desarrollarse fuertemente. Comienza un reajuste fundamental en cuanto a la propia individualidad y en cuanto a la relación con el mundo y con las personas que lo rodean.
Con la pubertad nace un elemento anímico que actúa fuera del tiempo y espacio. Se despierta en el joven un mundo interior que se lanza tumultuosamente contra el mundo externo. Las fuerzas que dan ritmo al cuerpo se liberan con la madurez sexual y se manifiestan en la adolescencia, susceptibles al idealismo. Ahora proyectan su naturaleza interna al mundo exterior. El joven en este estado se encuentra en un mundo distinto del que había vivido hasta entonces, un mundo que ahora se le abre a los sentidos, donde se da un despertar del pensamiento abstracto, del cuestionamiento y de la reflexión, para iniciar la búsqueda de un sentido de vida.
El colegio juega entonces un papel muy importante en pro de guiar ese nuevo “Yo” que nace en la adolescencia, aun frágil, brindando una educación verdadera que intente alimentar al joven interiormente, trabajando su idealismo inherente, de manera que pueda tener un sentido de dirección que se manifestará más tarde en el adulto.
Para que el proceso educativo tenga sentido para el adolescente, el idealismo ha de impregnar no sólo lo que se enseña, sino incluso la estructura y las relaciones dentro del colegio mismo. Es en esta etapa de su desarrollo donde la relación del adolescente con su maestro cambia, ya no acepta la autoridad impuesta por éste, sino que busca en él un modelo a seguir. Ahora necesita personas especializadas en distintas materias, capaces de aportar un conocimiento fundamentado y con autoridad, conocimiento que puede ser cuestionado a un nivel más profundo. Esto no significa que cada profesor sólo enseñe una materia, sino que abarca toda un área, dependiendo de su formación, experiencia e interés.
El cuidado del seguimiento de la clase está en manos de un profesor, el tutor, que lleva la responsabilidad moral de la clase y que ha de asegurarse de que todos los profesores relacionados con ella trabajen en equipo.
A lo largo de toda la secundaria se siguen impartiendo las asignaturas en forma de bloques de cuatro semanas, (Clase Principal), así se crea un mosaico de materias interdependientes, cada una de ellas con su enfoque particular, el que estas clases y los temas vayan orientados al desarrollo del joven, a su capacidad de observar y reflexionar para que puedan llegar a sus propias conclusiones sobre la vida. Por medio del conocimiento de la historia, la geografía, la biología, la física, la química, la aritmética, la geometría y la lengua castellana, los estudiantes son alentados a examinar problemas desde muchos puntos de vista, para que su pensar pueda estar bien fundamentado y no restringido.
Cada maestro especialista en su área guía al estudiante por la fase del pensar crítico, que es tan característico de los primeros años de la adolescencia, ayudándolo a desarrollar su juicio independiente.
A lo largo de estos últimos años escolares se continúa desarrollando un programa artístico que abarca la pintura, el arte, el teatro y la música. De igual forma, al finalizar la secundaria, todos los alumnos se habrán familiarizado y podrán manejar tecnologías de la información y todo lo que requiere la vida diaria. También habrán hecho salidas pedagógicas, trabajos de carácter social, y algunos estudiantes, intercambios en el extranjero.
A través de todas las actividades que los jóvenes vivencian en su proceso en la secundaria, se pretende dar las bases y prepararlos para que al momento de enfrentarse al mundo exterior lo hagan de una manera responsable, crítica y sensata, superando las dificultades de madurar y convirtiéndose en adultos adaptables, realizados y en continuo desarrollo.