«El espejo del alma refleja
la esperanzadora luz de los mundos.
Una voz habla al corazón del hombre
en el que el espíritu del hombre está entregado
a la sabiduría:
El amor eterno del Padre
envía a su Hijo hacia la tierra
para que irradie la luz celeste sobre los senderos humanos».
Rudolf Steiner
El término Adviento proviene del latín adventus, que significa «venida», y evoca la preparación para la llegada de algo significativo. En el calendario cristiano, este tiempo señala las semanas previas a la Navidad, un periodo de introspección que conecta a las personas con sus raíces espirituales y las prepara para la celebración del nacimiento de Jesús. Las escuelas Waldorf celebran el Adviento de forma especial, promoviendo en los niños y en la comunidad un tiempo de recogimiento, reflexión y conexión espiritual.
La esencia de la palabra adviento denota la espera de un evento importante, y a lo largo de la historia ha sido asociado con el simbolismo de la luz y el renacimiento espiritual. En la antigüedad, distintas culturas del hemisferio norte realizaban celebraciones antes del solsticio de invierno para honrar la importancia de la luz solar en el despertar de la naturaleza, así como en el despertar espiritual de cada persona. En este sentido, el Adviento es una ocasión para recordar el pasado y para proyectarnos hacia el futuro. Es un tiempo en el que la comunidad cristiana revive la esperanza de la llegada del Redentor, así como la expectativa de su regreso.
La palabra griega parusía, que significa “presencia” o “aparición”, sugiere también la promesa de una conexión continua con la figura de Cristo. Esta interpretación del Adviento resalta el mensaje del evangelio de Mateo, “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, y recuerda a los creyentes que Cristo permanece presente en sus vidas.
Para las escuelas Waldorf, el Adviento se vive como un tiempo de preparación para la Navidad que comienza con una celebración simbólica llamada Espiral de Adviento. Aunque esta festividad puede asociarse con lo religioso, su propósito en la pedagogía Waldorf es promover el autoconocimiento y la introspección. La espiral, formada con elementos naturales como ramas de pino, flores y maderas, representa un recorrido interior hacia la luz interior de cada persona.
La Espiral de Adviento se realiza en un ambiente de serenidad y contemplación, acompañada por música propia de la temporada. Cada participante lleva una manzana con una vela, que enciende al centro de la espiral, simbolizando su luz interna. Al volver, coloca su vela encendida en el camino, iluminando a quienes seguirán. Este acto representa cómo la luz individual contribuye a la luz de la comunidad, generando un ambiente de paz y unidad.
La corona de Adviento es otro símbolo importante en esta época del año en las escuelas Waldorf. Esta corona, hecha de ramas de abeto o pino, contiene cuatro velas, una por cada semana del Adviento. Cada domingo, la comunidad enciende una vela y se comparten versos y cuentos con los niños, acompañados de cantos y actividades que preparan el camino hacia la Navidad.
En las primeras semanas, se colocan en el pesebre elementos del reino mineral; después, del reino vegetal y, finalmente, del reino animal, hasta que en la última semana se añaden figuras humanas. Este proceso simboliza el camino hacia Belén y refleja el trayecto espiritual que cada persona recorre hacia su propia luz interior.
En las escuelas Waldorf, se permite que los niños vivan las festividades sin explicaciones extensas, para que desarrollen su entendimiento de manera natural. La elaboración de la espiral, la decoración con elementos naturales y la participación en los rituales les permiten formar sus propias imágenes internas sobre la celebración. Esta experiencia enriquece su espiritualidad de manera auténtica, despertando su curiosidad y su capacidad de reflexión sin la intervención de interpretaciones adultas. Con el tiempo, los niños reflexionan y expresan sus ideas y emociones de forma espontánea y profunda, fortaleciendo su conexión con los valores y significados de las celebraciones.
La festividad de la Navidad coincide con el solsticio de invierno, cuando el día es más corto y la noche más larga. A partir de este momento, la luz comienza a aumentar cada día, simbolizando el renacer de la vida y la renovación espiritual. Este ciclo natural se asocia con el renacimiento interior: es el tiempo en que el alma humana, que se ha retirado hacia su interior durante los meses de oscuridad, se prepara para irradiar paz, amor y calidez al mundo.
El Adviento en las escuelas Waldorf nos recuerda que la espera de la Navidad no es solo una cuenta regresiva hacia una festividad, sino un camino de introspección, transformación y comunidad. Al encender una vela cada semana, al recorrer la Espiral de Adviento y al participar en estas tradiciones, tanto niños como adultos son invitados a encontrar la luz dentro de sí mismos y a compartirla con los demás. Así, esta época nos enseña a vivir en el presente, valorando el silencio, la reflexión y la conexión con nuestra esencia, mientras encendemos una llama de esperanza que ilumine nuestro caminar y el de las futuras generaciones.